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Juan José, Juancito, nació en 1948, al año de que su papá, Don Jiupponi, comprara el bar. Se crió en el ambiente: vivía pegado al bar. A los dieciocho años se encargaba de casi todo. Jugaba al fútbol y al básquet… «Eran otros tiempos: nos daba para hacer de todo y encima andar enamorados de las gurisas del barrio.»
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El equipo de apicultor y el ahumado son sumamente importantes para la cosecha de la miel, momento en que las abejas están más alerta. Se debe ser muy cuidadoso al ponerse el equipo.
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En la capilla Santa Ana del pueblo Casa Blanca, la señora Elsa Gómez Bueno fija la mirada en la virgen antes de partir de su jornada de limpieza. La virgen fue donada en 1886 por la señora de Libaro, primer dueño del entonces saladero de Casa Blanca.
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Marcela Texeira trabaja hace veintiún años en la empresa. Se la ve realizando la tarea de retorcido en una mañana de mucho trabajo
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Daniel Dalmao transporta el hilo hacia el vaporizador, donde se le quitará la estática.
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Con más de treinta años trabajando en la industria, Lourdes Nieves es la encargada del urdido. Vive en Pueblo Esperanza, a unos 15 kilómetros de la ciudad de Paysandú
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María José trabaja desde el 2010 en Tessamérica. Recibe las telas de la tejeduría y se encarga de verificar que las medidas exactas que solicitó el cliente sean las correctas, además de observar sus detalles.
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Luciano Franco se encarga de direccionar la caída de la soja a la barcaza sosteniendo el cilindro y también de verificar que cada compartimiento quede lleno. Ya hace varios años que se encarga de esta tarea en cada zafra.
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Gilberto Rivero, El Sordo, pasa las tardes en el bar Yatay desde hace más de veinte años. Acostumbra sentarse calmo a mirar las noticias en el periódico.
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Anselmo Silva Rodríguez (83) nació en el paraje Tres Bocas (Cerro Chato) y se ha ganado los días trabajando de peón de estancia. Hombre práctico, fabricó en su vida catorce guitarras y aprendió a tocar escuchando la radio por las noches. Hoy se encuentra en su rancho armando una cocinilla a leña para el próximo invierno.
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Rodolfo Paredes, El Tacuara, jubilado amante del campamento y del tiempo libre, prepara unas milanesas de pescado en las cercanías del río Uruguay
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La bici. Para poder entrar al liceo los estudiantes deben llegar en hora, y llevar su túnica.
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Miguel Vidal (64) vivió toda su vida de la caza y de la pesca y en sus mejores temporadas llegó a cazar cien carpinchos. Vendía su carne y su piel para que con ella se hicieran costosos tapados, pero su ganancia nunca era mucha. Agradece haber podido jubilarse aunque su entrada económica no sea mucha. Vive con sus dos pequeñas hijas.
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Suzalla (65) realiza algunos trabajos que los familiares le encargan. Uno de ellos es lustrar los cajones y mantener los nichos lo más limpios posible.
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Ana Medina trabaja hace un año en una cooperativa de tejidos de Manos del Uruguay. Entra a trabajar a las cinco de la mañana y comienza con sus labores, que ahora vienen estipuladas desde Montevideo.
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Isabel (62) y María del Carmen (61) son cocineras del INAU desde hace treinta años y siempre están dispuestas a ayudar. El INAU cuenta con un gran equipo de educadoras y docentes de música que comparte con los niños muchas horas de sus vidas.
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Marisa Ortiz tuvo muchos trabajos antes de cumplir su sueño de tener su negocio propio. Gracias al apoyo del Mides pudo abrir su cocina, donde todos los días produce por encargo distintos platos. Su idea es dedicarse a las galletas y abrir un local con venta al público. Esa tarde cocinaba ravioles para ayudar a un equipo de básquetbol.
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Héber Pias fue bicicletero toda su vida, oficio que aprendió de su padre. Actualmente arregla las bicis de los vecinos y cuando tiene tiempo libre construye una bicicleta doble que él mismo diseñó.
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El Pana fundió su moto. Un amigo mecánico lo ayudó a arreglarla e hicieron un trato: el arreglo a cambio de un asado. La moto ya estaba pronta y El Pana tuvo que cumplir su parte. Improvisaron una parrilla y los chorizos se cocinaron a punta de llama.
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Sonia Echeverriaga tiene un local de tragamonedas. Su hija pequeña la acompaña durante el día y cuando llega la noche uno de sus hermanos mayores la suplanta, porque después de unas copas el ambiente se pone un poco espeso. Esa noche estaba tranquilo.
