

Esta fue la primera muñeca de Silvia. Se encontraron once años atrás cuando recorría la feria de Barros Blancos con su compañero y su nieta. «Costaba ciento cincuenta pesos. Le pedí que por favor me la comprara.» Desde entonces, siempre que él encuentra muñecas antiguas en las ferias, las compra para ella.
«Mi madre me crió sola. No tengo hermanos. Estos zapatitos eran de ella. Deben tener como cien años.»
Esta rueda de madera de más de setenta años fue regalo de un amigo. «Las antigüedades no se venden, son para el que quiera acercarse a recordar tiempos pasados. No creo que mis hijos sigan con esta colección. Seguramente, cuando yo ya no esté, la van a hacer plata.»
«Hace años vino por acá un fotógrafo y estuvo un buen rato fotografiando todo. Me sacó esta foto y me la trajo de regalo. Todavía tengo la remera que tenía puesta. ¿Querés que me la ponga y me sacás otra foto?»
Los domingos la bicicletería está cerrada. Si no llueve, Pancho recorre las ferias de los alrededores en busca de objetos antiguos: «El almanaque y el trompo son de Piedras Blancas, los patines de la feria del km 24 de Camino Maldonado y el reloj es de la feria de Lomas de Solymar».
Silvia tuvo siete hijos y los crió sola. «Trabajé treinta y tres años como doméstica hasta que me jubilaron por artrosis en las rodillas.» Recién entonces tuvo tiempo para ella. Como no sabía leer ni escribir, completó la primaria en el Centro Comunal de Pinar Norte en el año 2013: «Pasé con satisfactorio. Si quiero, puedo ir al liceo.» Para comenzar a andar solo hay que dar el primer paso.
«Esta muñeca la compré porque me hizo acordar a mi nieta Joseline. Tiene su misma mirada, viste?»
Se encienden las primeras luces en Giannattasio y El Hormigón de El Pinar. La parada de taxis se prepara para el turno de la noche.