

Silverio Clorotavio El Patilla Trinidad (73) es oriundo de La Hilera y siempre vivió en la localidad. Recibe una pensión a la vejez y cría algunas ovejas.
César Tito Rodríguez (77) y Marta González (66) son oriundos de La Hilera. Los encontramos trozando parte de un cuarto de capón para el ensopado del almuerzo.
María Baypás (52) nació en Tacuarembó. Para tomar, cocinar y lavar saca agua de la cachimba que está en la cocina, que se construyó en torno a esta fuente de agua limpia, fresca y cristalina. Cose en una máquina Singer a pedal y hace varios tipos de artesanías.
Luis Recoba es un expolicía que se jubiló a principios de este año. Llegó a La Hilera hace treinta y tres años para hacer una suplencia en el destacamento policial del pueblo y se quedó para siempre. Entre otros quehaceres, dos o tres veces por semana carnea un oveja para abastecer a los habitantes de la localidad.
Antes de que comience el horario escolar, el director de la Escuela n.º 16 de La Hilera, maestro Fernando Mello (34), extrae agua del aljibe para regar los árboles recién plantados en el jardín de la escuela.
Alida Ortíz es oriunda de La Hilera y está jubilada como auxiliar de la escuela. Hila y teje en lana cruda. Aprendió de su madre el oficio de comadrona y una emergencia, en la mañana del 9 de abril del año pasado, atendió un parto.
Gerónimo El Chilo Bautista (88) es el habitante más longevo de La Hilera. Nació en Montevideo y se crió en la localidad cercana de Paso de los Novillos. Trabajó en la construcción en la capital y en el 2000 volvió a Paso de los Novillos. Desde hace un año vive solo en La Hilera, en un rancho de barro y con baño afuera, porque en la ciudad «no se halla», aunque sabe que dentro de un tiempo tendrá que irse a Montevideo donde viven sus cuatro hijos.
César Tito Rodríguez (77), oriundo de La Hilera, trabaja un campo propio de cincuenta cuadras. Hizo changas rurales y estuvo un par de años en Montevideo donde «las cosas no le anduvieron del todo bien» y se volvió. Al lado de su casa construyó un amplio local donde funcionaba un almacén, que él mismo atendía, y la sede del cuadro de fútbol de la localidad, en el cual jugaba de número 5. Fue durante muchos años el único local donde se hacían las fiestas de cumpleaños y de casamiento.
El 16 de abril, la salida de la escuela fue el momento de mayor actividad en las calles del pueblo.
Lilián Roldán vive en la vivienda nº 8146 del MEVIR e integra la Comisión del Salón Comunal. Aprendió a tejer en telar con Alida Ortiz y le enseñó el oficio a sus hijas (en la foto su hija menor Noemí). Trabaja por encargo y está buscando la forma de colocar sus tejidos en locales de venta en Tacuarembó y Paysandú.